05 abril 2009

Adam, el primer científico robot


Por primera vez en la historia, una máquina ha producido conocimiento científico nuevo sin asistencia humana.


Científicos de las universidades británicas de Aberystwyth y Cambridge programaron a Adam, el científico robot, para que llevase a cabo cada etapa del proceso de investigación sin necesidad de intervención de los investigadores. A partir de ahí, la máquina planteó una hipótesis: qué genes de la levadura de cerveza (Saccharomyces cerevisiae) codifican determinadas enzimas responsables de varias reacciones bioquímicas en este organismo. A continuación, diseñó los experimentos necesarios para comprobar si su hipótesis era verdadera o falsa, los condujo dentro del laboratorio automatizado del que forma parte, e interpretó los resultados. Finalmente, los investigadores humanos, que hoy publican la experiencia en Science, comprobaron que sus resultados eran correctos.



El objetivo de este tipo de investigaciones es automatizar la ciencia, algo que, aunque pudiese parecerlo, no va a dejar sin trabajo a los científicos de carne y hueso. "En última instancia, buscamos poder tener equipos de humanos y robots trabajando juntos en los laboratorios", afirma Ross King, director del proyecto en la Universidad de Aberystwyth. Ramón López de Mántaras, director del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial (CSIC), explica la motivación para trabajar en esta línea: "La cantidad de datos que deben analizar los científicos es cada vez mayor y llega un momento en que procesarlos es imposible". "En el caso del LHC, por ejemplo, la inteligencia artificial puede facilitar el trabajo, encontrando patrones entre las grandes cantidades de datos que saldrán del acelerador para deducir si hay señales del bosón de Higgs".



Mano de obra cibernética

Precisamente, el campo de especialidad de Adam, la biología, requerirá mano de obra cibernética para seguir avanzando en áreas cada vez más inundadas por los datos como la genómica. Además, "como los organismos vivos son tan complejos, es importante que los detalles de los experimentos biológicos queden registrados con mucho detalle", apunta King. "Este trabajo es difícil y tedioso para los científicos humanos, pero fácil para los robots", añade.



Los creadores de Adam reconocen que el conocimiento producido por su criatura puede considerarse modesto, pero no trivial. De hecho, en las conclusiones de su artículo afirman que uno de los resultados del robot, que asocia un gen a la producción de una de las enzimas de la levadura, resuelve una pregunta planteada hace medio siglo.



El trabajo del equipo británico es muy relevante, pero la construcción de robots autónomos con la capacidad suficiente como para investigar junto a humanos científicos codo con carcasa en un laboratorio no será inmediata. López de Mántaras cree que este objetivo podría cumplirse "quizá a 20 años vista". No obstante, el equipo de King confía en que su próximo robot, Eve, puede realizar interesantes aportaciones a los científicos que buscan fármacos para combatir enfermedades como la malaria.



Trabajar en equipo



Ahora, para mejorar la formación de Adam, sus padres han desarrollado programas informáticos que permitirán a terceras personas proponer hipótesis y experimentos. Después, comenzarán a publicar los resultados. Su intención es comenzar a aprender los mejores caminos para que humanos y robots trabajen juntos.


El artículo publicado hoy en Science puede dar esperanza a quienes creen que el advenimiento de la era de las máquinas inteligentes está próximo. El gurú de la inteligencia artificial Raymond Kurzweil ha predicho que en 2029 un ordenador superará por primera vez el test de Turing una prueba diseñada para comprobar si una máquina es inteligente. A partir de ese momento, en teoría, no sería posible distinguir a un humano de un robot. López de Mántaras no es tan optimista".



La inteligencia artificial tiene sus límites. Requiere resolver problemas importantes, como los relacionados con el sentido común, con el hecho de que tenemos experiencias vitales, conocimientos que no aparecen en los libros", afirma. "Las dificultades a las que nos enfrentamos son comparables a las que implican comprender el origen de la vida o del Universo". Fuente

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